Archive | April 2013

Filete con patatas – autoindulgencia de madrugada

Filete a medio comer

La mayor parte de las personas asocian el filete con patatas al menú del bar que hay debajo de la oficina o a la comida de mamà (supongo que depende de los agnos que lleves trabajando).

Yo lo asocio a mi hermana mayor que cuando volvía a casa borracha los fines de semana siempre, siempre, fuera la hora que fuera, siempre, se ponía a pelar patatas y se descongelaba un filete. Algo arriesgado si vas más que contento. Un esfuerzo difícil de entender para la mayoría. En realidad, un maravilloso y decadente placer antes de irse a dormir.

La última vez que la dejé friendo patatas de madrugada yo tenía 23 años y ella… unos pocos más. Fue después de la boda de una prima. Acabábamos de llegar a casa, eran las 6 de la mañana y yo estaba muerta así que rechacé cortésmente su propuesta de sumarme al after-hours y me fui a dormir. La dejé feliz con su sartén humeante y recuerdo que pensé que eso sí que es saber vivir.

Por cierto, que el filete con patatas además de placer prohibido nocturno debe ser garantía anti-resaca porque al día siguiente, mientras toda la familia moría por las esquinas ella ya había salido a dar un paseo matutino, se había comprado su paquetito de tabaco y estaba como una rosa. Así es mi hermana y más o menos así son sus filetes.

Filete de cerca

Ingredientes

  • Filete de ternera
  • 1-2 patatas medianas
  • Aceite de oliva (vale ya utilizado, casi mejor)
  • Pan rallado
  • Aceite y sal

Pasos

  • Poner a calentar dos dedos de aceite en una cacerola pequeña a fuego fuerte pero sin que se queme (sin que salga humo)
  • Mientras, cortar las patatas en gajos de unos 5-6 milímetros de grosor.
  • Echar las patatas en el aceite muy caliente y bajar el fuego a medio. Dejar que se frían unos 7 minutos
  • Poner a calentar una sartén a fuego fuerte con un chorrito de aceite
  • Mi truco con los filetes (mi hermana los hace a la plancha genuinos) consiste en salpimentarlos (si se hacen a la plancha normal es mejor no salar aún) y espolvorearlos con un pellizco de pan rallado. Con esto no se convierten en escalope ni mucho menos, de hecho el pan rallado se pega un poco a la sartén con el poco aceite y se separa del filete. Pero a cambio, el pan absorbe toda el agua que suelta la carne y así evita que se “hierva” (que es una cosa que odio).
  • Salpimentar un lado del filete y espolvorear con un poco de pan rallado. Posar sobre la sartén muy caliente por el lado espolvoreado y mover un poco para que el pan se impregne un poco de aceite.
  • Dorar dos minutos. Salpimentar y espolvorear pan rallado sobre el otro lado, el expuesto. Dar la vuelta y dorar dos minutos más.
  • Subir el fuego de las patatas, dejarlas un minuto más para que se doren con el mayor calor y escurrir con una espumadera sobre papel de cocina
  • Disfrutar (mejor de madrugada… aunque reconozco que yo aún no lo he probado)

filete con patatas

Tartaletas de limón y merengue – Receta de vida y de cocina

tartaletas de limón y merengue

Este es un post de recortes, hecho sin tiempo y con demasiadas cosas en la cabeza. Aún así me pareció que estas dos recetas (ninguna mía), la de limón y la de la vida, de algún modo iban muy bien juntas. Ambas intensas, ambas en pequeñas dosis agridulces.

Ahora que están tan de moda las lecciones vitales (¿será que ahora hacen más falta?) quería recoger en algún sitio estas enseñanzas de la señora Regina Brett. Una serie de frases variadas, categóricas, a veces contradictorias y a veces obvias que ella aprendió a lo largo de 90 años de vida.

Algunos consejos suenan fáciles, otros imposibles y otros te dejan pensativo, intentando entender cómo aplica eso a tu vida. Son consejos que duran en tu mente apenas unos minutos, el tiempo de leerlos por encima mientras asientes con la cabeza. Después te queda sólo un regusto difícil de aferrar y al día siguiente te olvidas de aplicarlos.

Aun así, como la receta de las tartaletas, no deja de ser una muy buena receta, de las que funcionan si las sigues y que está bien releer de vez en cuando, aunque sea a toda velocidad y para volver a olvidarla al día siguiente.

Este es el link a la buenísima receta de tarta de limón y merengue (reinventada en pequeñas tartaletas) y así decía Regina:

En agosto del 2009 cumplí 90 años, así que decidí publicar la columna una vez más:

1. La vida no es justa, pero aún así es buena.

2. Cuando tengas una duda, sólo toma el siguiente paso pequeño que venga.

3. La vida es muy corta como para gastar tiempo odiando a alguien.

4. Tu trabajo no se encargará de ti cuando te enfermes, tus amigos y padres lo harán. Mantente en contacto con ellos.

Tartaletas caseras

5. Paga tus tarjetas de crédito cada mes.

6. No tienes que ganar cada discusión. Acuerda en que desacuerdas.

7. Llora con alguien. Te sana más que llorar solo.

8. Está bien enojarse con Dios, ÉL lo puede soportar.

9. Ahorra para tu jubilación empezando desde el primer cheque, y si tienes dinero compártelo con tus amigos que mas estimas, los de la juventud.

10. Cuando se trata de chocolate, resistirse es inútil.

11. Haz paz con tu pasado, así no te malogrará tu presente.

12. Está bien dejar que tus hijos te vean llorar.

13. No te compares con otros. No tienes idea del viaje que ellos llevan.

14. Si una relación debe ser en secreto, entonces no deberías estar en ella.

15. Todo puede cambiar con un solo pestañear. Pero no te preocupes, Dios nunca pestañea.

16. Respira profundo. Relaja la mente.

17. Deshazte de todo lo que no sea útil, bonito o alegre.

18. Lo que no te mata, de verdad te hace más fuerte.

19. Nunca es tarde para tener una infancia feliz. Pero la segunda depende de ti y de nadie más.

20. Cuando se trata de ir tras lo que amas en la vida, no tomes un NO como respuesta.

21. Quema las velas, usa los manteles finos, ponte lencería fina. No los guardes para ocasiones especiales, hoy es especial.

22. Prepárate mucho, después anda con la corriente.

23. Se excéntrico ahora. No esperes a ser viejo para usar púrpura.

24. El órgano sexual más importante es el cerebro.

25. Nadie está a cargo de tu felicidad, excepto tú.

tartaletas

26. Etiqueta cada uno de esos llamados desastres con esta frase: “En 5 años, ¿esto importará?”

27. Siempre escoge la vida.

28. Perdona a todo y a todos.

29. Lo que otros piensan de ti no es tu problema.

30. El tiempo cura casi todo. Dale o date tiempo.

31. Por más buena o mala que una situación sea, va a cambiar.

32. No te tomes tan en serio. Nadie más lo hace.

33. Cree en los milagros.

34. Dios te ama por quien eres, no por nada que hayas hecho o dejado de hacer.

35. No audiciones para la vida. Preséntate y haz lo mejor de ella.

36. Envejecer es una mejor alternativa que morir joven.

37. Tus hijos solo tienen una infancia.

38. Todo lo que importa al final es que hayas amado.

39. Sal todos los días. Los milagros están esperando en todas partes.

40. Si todos tiráramos nuestros problemas en una fuente y viéramos los problemas del resto, agarraríamos nuestro saco de nuevo.

41. La envidia es una pérdida de tiempo. Ya tienes todo lo que necesitas.

42. Lo mejor está por venir.

43. No importa cómo te sientas, levántate, cámbiate y preséntate.

44. Cede.

45. La vida no tiene un moño encima, pero aún así es un regalo

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tartaleta mordida

Tarta de frutos rojos – para hacer sentir especial


Tarta frutos rojos

Las tartas existen en el mundo para hacer sentir especial a alguien. Marcan la diferencia entre una cena cualquiera y una celebración, entre una fiesta y un homenaje. Y de todas las tartas del mundo, no hay ninguna como la tarta de frutos rojos y crema pastelera para conseguirlo.

Primero, por los frutos rojos. Que no son cualquier fruta. Son la élite, en sus bandejitas de plástico de 200 gramos. De pequeño aprendes por prueba y error que las manzanas sobre la encimera están a tu libre disposición pero que si tocas las frambuesas que hay en la nevera cae un rayo y te fulmina. Porque nunca hay frambuesas en la nevera por casualidad. Su destino es más elevado que tu picoteo de media tarde.

Segundo, por la crema pastelera, ese arcano. Por muy observador que seas, hay recetas que simplemente no acabas de pillar. Recetas que tu madre prepara brick de leche en mano, sin medir nunca y que cada día te explica de un modo distinto. Algo así como: “Pero si es muy fácil, mira, una yema por 50 de azúcar – ¿No habías dicho un huevo? – Bueno, un huevo, una yema, es igual – No, no es igual – Bueno, lo importante es remover bien y añadir la maicena o la harina – ¿Maicena o Harina? – Ay hija, es que hay muchas variantes”. La crema pastelera era un misterio para mí, hasta hoy, ja! Bendito internet que cubres las lagunas maternas.

Tercero, porque es roja, redondita y brillante. Y el ser humano es muy básico. Bueno, para no ofender: yo soy muy básica. Me gusta mi Ipod porque es rojo y reluciente. Me gusta mi sobrina porque es redondita. Me gustan los accesorios de H&M porque son brillantes… Si te regalan un Ferrari rojo o un rubí tallado sonríes, no? Pues si te preparan esta tarta también. Es matemático.

Tarta de frutos rojos

Ingredientes:

  • Base de hojaldre redonda (tipo La Cocinera)
  • Papel parafinado y lentejas o alubias viejas (yo tengo 1 kilo en un bote que uso una y otra vez)
  • Fruta (una bandeja pequeña de frambuesas, otra de grosellas y otra de arándanos)
  • 8-10 fresas medianas
  • 0,5L de leche entera
  • 150 gramos de azúcar
  • 4 yemas de huevo
  • 50 gramos de maicena
  • Un trocito de unos 3 centímetros de vaina de vainilla o esencia de vainilla
  • 3 hojas de gelatina
  • Agua caliente

Pasos

  • Precalentar el horno a 180ºC.
  • Abrir el paquete de hojaldre, colocar sobre una fuente de horno redonda sin quitar el papel parafinado. Apretar los bordes contra las paredes de la fuente y recortar los picos de papel que sobresalen. Picar la masa con un tenedor, poner otra capa de papel parafinado encima y cubrir con un kilo de lentejas o alubias. El peso impide que el hojaldre se hinche y deforme y así mantiene la forma cóncava.
  • Meter al horno unos 15 minutos o hasta que el borde que está a la vista se hinche y coja color doradito (parezco mi madre…)
  • Preparar la gelatina siguiendo las instrucciones (calentar agua, remojar las hojas en agua fría, mezclar con el agua caliente…) y poner a enfriar en un cuenco en la nevera.
  • Mientras, poner a calentar la leche menos medio vaso que apartamos, a fuego muy suave removiendo de vez en cuando. Añadir las semillas de vainilla abriendo la vaina por la mitad y pasando un cuchillo por el interior para raspar las semillas.
  • En el vaso con la mitad de leche, añadir las 4 yemas, el azúcar y la maicena y remover hasta que quede una mezcla líquida y arenosa pero homogénea.

Base de hojaldre y crema pastelera

  • Cuando la leche esté templada, subir un poco el fuego, añadir la mezcla del vaso con todo lo demás, remover con fuerza hasta que hierva y entonces apagar el fuego y seguir removiendo hasta que espese. Espesa solo, parece magia y es mucho más fácil de lo que parece. Dejar enfriar un poco.
  • Sacar la base de hojaldre del horno, quitar las alubias y el papel y dejar enfriar un poco.
  • Mientras, cortar las fresas en rodajas transversales de medio centímetro.
  • Extender la crema pastelera sobre el hojaldre y colocar la fruta. La tarta ya casi está lista! (de hecho se podría dejar así)
  • Sacar la gelatina de la nevera, debería estar aún líquida pero un poco densa. Con un pincel pintar la fruta generosamente (dejando que gotee y empape). La gelatina no es fundamental pero hace que brille más y además pega los trozos de fruta entre sí lo que hace más fácil cortar y servir los trozos.
  • Meter en la nevera un par de horas para que la gelatina se solidifique y agasajar.

Trozo de tarta (al día siguiente)(Último trozo al día siguiente, había perdido un poco de su esplendor…)

Pasta con atún – esa gran incomprendida

Pasta con atún, aceitunas y alcaparras

Hay comidas que suenan a guarrada porque lo son y otras que suenan a guarrada por puro desconocimiento. La pizza con piña y maíz, por ejemplo, es una guarrada oficial, igual que la ensalada de tomate y chorizo de Jamie Oliver. Son sencillamente ideas perversas. Pero, ¿y la pasta con atún? Antes de vivir en Italia me parecía una mala idea. De hecho, cuando volví, reconvertida y predicando sus bondades, me encontré mucha cara suspicaz en mi camino. Y es que en España no sabemos que la pasta con atún es un arte.

El problema es que también es un plato de estudiantes. Barato y que te permite pasarte el día entero en pijama sin morir de hambre si así lo deseas porque siempre encuentras por casa un poco de pasta y una lata de atún. Claro que en Italia, el estudiante medio además suele tener en la cocina un bote de aceitunas buenas del pueblo y unas alcaparras en salazón preparadas por la madre. Ahí empiezan a cambiar las cosas…

Además, cuando el estudiante medio italiano prepara pasta sigue un ritual preciso, casi técnico, parsimonioso y sensitivo. Y ay de ti si se te ocurre echar la sal antes de tiempo al agua, picar demasiado o demasiado poco la cebolla, escoger el tipo de pasta equivocado o añadir muy pronto el atún al sofrito. Porque cocinar con “amoreee” no significa sólo “escuchar” al plato (mirar, oler, probar, cuidar) sino a menudo ser un talibán de la ejecución. Y nunca, nunca, nunca añadir queso a la pasta con pescado. Nunca!

Rigatoni con tonno

Ingredientes (para dos personas)

  • 200 gramos de pasta (Barilla, De Cecco…). Para esta receta, mejor rigatoni (foto) o spaghettis gordos
  • 1 lata mediana de atún claro en aceite
  • Media cebolla roja pequeña
  • 10 aceitunas negras (mucho mejor si son fuertes, tipo griegas, con un punto amargo)
  • 10 alcaparras lavadas
  • Medio bote de salsa de tomate frito “estilo casero” (los italianos usan puré de tomate fresco pero tarda mucho en cocinarse. Un buen tomate frito con cebolla no muy grasiento como el de Orlando vale)
  • Pimienta y sal

Pasos:

1. Poner abundante agua a hervir en una olla

2. Mientras, picar media cebolla y sofreírla en una sartén a fuego medio.

3. Añadir el tomate cuando la cebolla esté transparente, remover, añadir la salsa de tomate, las alcaparras y las aceitunas. Dejar que borbotee a fuego suave y tapado para que no salpique y no se evapore demasiado rápido. Remover de vez en cuando.

3. Cuando el agua rompa a hervir, añadir dos cucharadas de sal a la olla y meter la pasta.  Para el tiempo basta seguir a raja tabla los tiempos indicados en el paquete aunque está bien probar. Si al masticar la pasta se queda entre los dientes y en la marca del mordisco aparece una línea blanca muy pronunciada, está demasiado al dente. En cambio si al morder no ofrece ninguna resistencia elástica es que te has pasado.

4. Probar la salsa de tomate. Tiene que tener un punto un poco dulce y un sabor penetrante pero no ácido. La salsa final tiene que ser más densa que líquida pero con un aspecto húmedo y fluido. Al añadir el atún se secará un poco así que si está ya muy mazacote (porque se evaporó demasiada agua) se pueden añadir un par de cucharadas de agua de cocción de la pasta para humedecerla de nuevo.

5. Cuando falten unos 5-7 minutos para que la pasta esté lista, añadir el atún escurrido a la salsa de tomate. Añadir la pimienta, bajar el fuego, remover un minuto, apagar el fuego y tapar. El atún no debe cocerse (así es como queda indigesto) sino unirse a la salsa.

6. Colar la pasta. No hace falta que pierda toda el agua, se puede colar rápido para que mantenga humedad (sobre todo si la salsa es muy densa). Retirar la olla del fuego y devolver la pasta a la olla. Añadir la salsa y remover con fuerza unos segundos (no más, porque si no la pasta va soltando almidón con el calor y absorbiendo la salsa y pierde ligereza).

7. Servir caliente. ¿He dicho ya que jamás de los jamases se le añade queso a la pasta con pescado?