Archive | October 2015

Calabaza – O porqué un expat nunca podrá ser feliz del todo… o si?

Calabaza piacentina

Una de las fortunas de nuestra generación es todo lo que podemos viajar. Cuanto más viajamos, cuanto más viajan los demás, más ganas tenemos de movernos y de conocer. Casi con ansia, como todo lo que hacemos ultimamente. Necesitados de vivir y de vivir mucho… o al menos de vivir tanto como parece que viven los demás. Y esta claro que viajar es maravilloso. Te permite experimentar otras culturas, descubrir nuevos lugares y probar olores y sabores que los documentales te roban (o te ahorran), atrapados tras la pantalla.

Pero que pasa cuando te vas a vivir a otro lugar? Porque viajar es fácil. Te cuece, y te enriquece y luego vuelves a tu sofá y a tu rutina, mecido por el placentero e inocuo recuerdo del viaje. Irse a vivir a otro lugar, en cambio, ya sea por espíritu de aventura o por necesidad, es todo menos inocuo. Y placentero? Pues depende, pero pocas cosas dan tanto vértigo como un apartamento vacío, una vida en cajas y una tarjeta SIM de móvil que sabes que no te va a servir de nada allá donde diriges tus pasos.

En ese momento lo peligroso parece soltar amarras y tener que empezar desde cero. Aún no sabes que lo verdaderamente peligroso es que te amarrarás de nuevo. Porque estamos hechos para sobrevivir, supongo, y en cuanto soltamos una vida nos aferramos a una nueva, con uñas y dientes. Por eso, más pronto que tarde, descubres con cierta sorpresa que eres otra vez feliz. Te faltan cosas que creías imprescindibles, y aun así eres feliz. Lo peor? Que tienes cosas nuevas sin las cuales ya no sabes vivir.

Condenado a estar por siempre dividido, lo más normal es que te pases todo tu tiempo de expatriado alabando a tu tierra madre, con una nostalgia que empieza siendo muy real y acaba convirtiéndose en una coletilla resobada que repites por inercia. Hasta que. Quizás. Podrías. Se presente. La verdadera. Posibilidad de volver! Y entonces el vértigo que te invade es aún mayor. Porque echar a volar y descubrirte feliz por el camino es una cosa, pero volver atrás? Eso es algo muy distinto.

Acaso puedes volver y llevarte contigo todo lo que ahora es para ti imprescindible? Se puede volver a ser feliz, por ejemplo, sin la apacible vida de provincia a dos pasos de Milán que has aprendido a amar? Sin la devota omnipresencia de la comida en mesas y conversaciones? Sin los productos de esta tierra, que entre mar y mar, húmeda y generosa, regala variedad a cambio del esfuerzo justo y un amor incondicional? Sin este país que muta cada 100 metros, henchido de un orgullo localista maravillosamente miope…

Supongo que no. Y supongo que si. Que no te podrás llevar nada más que tus recuerdos y una nostalgia que cargará tus conversaciones durante meses. Al principio será muy real, hasta convertirse poco a poco en una coletilla resobada. Y supongo que si, que serás feliz de nuevo. Aferrado a tu amarra. Nueva o vieja, qué mas da. Lo importante es agarrarse fuerte… Eso si, que una reunión de trabajo se transforme en un festín, o poder comprarte una calabaza durante un viaje de trabajo, meterla en el maletero de tu jefe y que a todos les parezca muy normal… eso en España no pasa… o si? 😉

Una reunión de trabajo en Italia

Calabaza (Piacentina) al horno

  • Una calabaza entera, o media o un cuarto (yo la compré una entera de 3 kilos… para dos es una barbaridad, acabé regalando un trozo)
  • Salvia (del jardín de mi jefe)
  • Aceite de oliva
  • Sal y pimienta

Pasos

  • Precalentar el horno a 180 grados, calor inferior y superior
  • Cortar la calabaza y pelarla, sin llevarse una mano por delante. Para conseguirlo, lo mejor es que te la corten en la fruterìa. O si no, utilizar un cuchillo de sierra o uno tipo machete bueno. Intentar cortar un primer trozo grande para que puedas apoyar el resto sobre una base firme. A partir de ahì, es cuestiòn de ir cortando rodajas con paciencia y con los dedos lejos del cuchillo. Pelarla en cambio es muy fácil, basta apoyar una rodaja sobre la tabla y pasar el cuchillo por el borde de arriba hacia abajo digamos “tangencialmente” al trozo de calabaza

  • Embadurnar una bandeja de horno con aceite de oliva.
  • Colocar los gajos de calabaza y espolvorearlos con sal y pimienta molida
  • Esparcir hojitas de salvia por los trozos de calabaza frotando un poquito
  • Hornear durante mas o menos media hora, hasta que este dorada, casi quemada por algunas partes y blanda pero sin desfondarse (a mitad cocción es conveniente sacar la bandeja del horno y girar los trozos, quizás añadiendo un poco màs de aceite)
  • Comer caliente (està brutal recièn horneada) o usarla para preparar una crema de calabaza o como relleno para raviolis (tal cual, triturando la pulpa con un poco de parmesano y un poco de pimienta) o como topping sobre un cracker con queso cremoso para llevarse al trabajo

Semillas de calabaza 

Con las semillas de la calabaza se pueden preparar semillas tostadas. Son un poco laboriosas pero están buenas. Si no las quemas claro.Yo las prepareé y las probé a los 10 minutos de horneado. Estaban buenas. Luego decidì dejarlas un rato màs en el horno, me puse a ver la tele y media hora después me dì cuenta de que las habìa carbonizado 🙂 De ahì que no haya fotos…

  • Hay que lavarlas bien con agua fría hasta que pierdan toda la pulpa
  • Después, se dejan entre 8 horas y 24 en un bol de agua saturada de sal (esto sirve no solo para salarlas sino también para quitarles amargor o algo así)
  • Antes de hornearlas, precalentar el horno a 180 grados, aire,
  • Distribuir las semillas sobre una bandeja de horno sin sobreponerlas
  • Hornear durante 10 minutos, màs o menos (a partir de los 10 minutos, sacar una y probar)

Calabaza al horno y pepitas tostadas

Paleo brownie de calabaza

Esta receta es un buen modo para dar salida a un poco de calabaza cuando ya no sabes qué hacer con ella. Es un postre sano y light. Sin azúcar, sin mantequilla y sin harinas refinadas. He de decir que para lo sano que es está bueno y es un desayuno bastante satisfactorio con un buen vaso de leche fría. Pero que nadie se espere un brownie guarro y decadente, claro…

  • 3/4 cup purè de calabaza (lo ideal es pulpa hervida o al horno y triturada, yo la trituré cruda con el aceite pero sabe màs a verdura)
  • 1 cup de chocolate para postres
  • 1/3 cup de pepitas de chocolate
  • 1/2 cup aceite de coco (o de girasol)
  • 3 huevos
  • 3 cucharadas de miel o sirope de agave
  • 1/4 cup harina de coco y 1/4 cup de harina de almendra (o 1/2 cup de harina normal)
  • 1 cucharada de levadura
  • Un poco de vainilla (en semillas, o en concentrado)
  • Un pellizco de sal
  • Opcional: 1/2 cup de nueces en trocitos

Pasos: 

  • Precalentar el horno a 180 grados calor superior e inferior
  • Derretir el chocolate al bagno marìa junto con el aceite (al bagno marìa quiere decir colocando un cazo con un poco de agua sobre el fuego, colocar un bol sobre el cazo (sin que el agua pueda entrar en el bol!) y derretir poco a poco el chocolate dentro del bol con el calor del vapor que se forma debajo
  • En un cuenco grande, mezclar la calabaza, la miel, los huevos, la vainilla y el chocolate derretido
  • Con un colador, espolvorear las harinas sobre la mezcla junto con la levadura y el pellizco de sal (si pasan por el colador, si no mezclar directamente intentando que no se formen grumos)
  • Añadir los trocitos de nuez y las pepitas de chocolate
  • Verter la mezcla (que es bastante lìquida) en un molde cuadrado engrasado con un poco de aceite o en moldes
  • Hornear durantes unos 25-30 minutos para el molde grande y unos 20 para los moldes pequeñ   os (se puede comprobar la cocción pinchando en el centro con un palillo de madera. El palillo debe salir brillante pero no pegajoso)

Paleo brownie de calabaza